Picando biela (Relato sobre quemados)

¡Buenas! Aquí os dejo un relato que hemos escrito entre dos colegas y un forero de FC, llevamos desde mayo escribiéndolo.
Trata sobre un grupo de quemados y toca el tema de la droga en Galicia, a lo largo de los '90, exactamente desde el '92 hasta el '98.

Un saludo y empiezo. :moya:


12 de junio de 1992.

Arranco el coche de papá, son las tres de la madrugada y mis padres durmiendo. Salgo del pueblo con las luces apagadas, a escondidas para que no se enteren mis padres, y me dirijo a la discoteca de la zona, la Sala 13.
Llego a la discoteca y ahí están, Toño con su Citroën AX GT, un bicho que me encantaba, llantas de la copa, doble carburador, colectores Iresa y línea de escape completa, también Iresa, suspensión completa Koni Sport y poco más, pero se defendía bien. Al lado, Miguel con su Peugeot 205 Rallye, también un poco tocado, amortiguadores traseros Koni Sport, un Don Silencioso en inox y una carburación más "gorda". También está Josito con el Renault Supercinco GT Turbo marcando territorio, éste estaba completamente de serie, comprado de segunda mano con garantía, dos semanas antes de comprarlo, el del compra-venta había gripado el turbo en una demostración.







Y ahí estaba yo, con el coche de mi padre, un Ford Orion 1.6i Ghia, sin carné y siendo menor de edad.



Me voy junto a ellos:

- Joder Pablo, a ti te faltan primaveras, ¿cómo se te ocurre venir con el coche de tu padre? – pregunta Josito.

- Bueno Josito, ¡mira qué no lo tiene hecho más veces! - le responde Toño.

- Malo será. – respondo con una carcajada.

- A ver, ¿entramos? Las chicas nos están esperando. – dice Miguel refiriéndose a las mozas del pueblo.

Entramos a la discoteca y allí estaban las chicas, con su coca-cola en la mano y cuchicheando mientras miraban para nosotros.

- Muy buenas madmoiselles. – dice Toño.

- Hombre, mira a quién os traéis, al Torete. – señalándome a mí mientras se reían.

La verdad, el gesto no me había gustado, me había ganado mala fama.

- Cuatro cremas de whiskey. – pide en la barra Miguel.

- Yo no tengo ni un duro Miguel, no vés que ni por no tener, no tengo ni la cartera encima (con las prisas, se me había olvidado). - le digo a Miguel.

- Tranquilízate chavalote, que invito yo. – responde con una carcajada.

- Venga Torete, ve a robar una cartera para pagar. – me dice una de las chicas.

Harto de qué me vacilasen, le digo a Miguel que me voy, que pase de pedir las cremas, me pide que no me vaya, que van a ir a dar una vuelta con los coches, que me apuntase. Pues bueno, al final me convencen y salgo con ellos a dar una vuelta con los coches.

Me tocó llevar a una de las chicas en el coche, Elena, era muy guapa, morena, más alta que yo y con unos ojazos que me hechizaban desde que la conocía. Montamos los dos en el Orion, mientras salen Miguel, Toño y Josito dando acelerones con el embrague pisado. Yo salgo sin montar jaleo, para que no me fichasen y llamasen a la Guardia Civil.

- Qué aburrido eres, ni nos han mirado los críos de los Vespinos. – me dice Elena.

- Conduce tú, ¡a ver! – le contesto soltando el volante para que lo agarrase.

- ¿Estás loco? – me responde alterada, intentando agarrar el volante.

- Suelta, ¡que no tienes carné!

- Joder, habla el más indicado. - me responde.

Mientras estamos dando vueltas por la carretera nacional, se acercan los pringados de turno, viejos conocidos nuestros. Eran unos chavales de Portorrey, un pueblo al lado del nuestro. Ellos vienen marcando territorio en su Peugeot 205 GTi y su Renault 11 Turbo, el 205 nos adelanta a una velocidad pasmosa y se pone delante de Toño que iba delante de todo. Toño le da las largas y los dos comienzan a exprimir todas las marchas, Miguel, Josito y el del 11 Turbo, hacen lo mismo, yo no voy a ser menos, rebajo una marcha y me pongo detrás de Miguel, pero Toño, Josito y los otros dos habían desaparecido en la siguiente curva.





Me pongo a la par qué Miguel y me dice que pasemos, que no los vamos a alcanzar. Vamos soltando el pedal del acelerador hasta que llegamos a una pequeña área de descanso. Bajamos todos de los coches y nos apoyamos en el 205 de Miguel.

- Apuesto 10.000 pelas a qué Toño vuelve cagándose en todo. – dice Miguel.

- No será menos. El AX aún anda. – le respondo.

- No te creas, contra esos dos poco puedes hacer con el AX.

- Ay, vamos por ahí a divertirnos. – dice Ana, una de las chicas que venía con nosotros dos.

- Esperemos cinco minutos, si no vuelven, volvemos a la Sala 13. – dice Miguel.

Al cabo de un par de minutos vuelve Toño y Sonia, su novia (la que me vacilaba con lo del Torete):

- Maldito AX, ni los 10.000 duros que le he metido ayer han servido para nada. – refiriéndose a la línea Iresa, que montamos ayer en su casa.

- Pues yo me vuelvo a casa, por si acaso. – le digo a los chicos.

Se despiden de mí, arranco el Orion y vuelvo a casa, lo aparco cómo estaba y me voy a dormir.

Que grande!
Muchas gracias por compartir esto, ya sabes que lo estaba también siguiendo por el otro lado y te agradezco un montón que nos ofrezcas un post así! Ya tiene chincheta.
Pues nada, a seguir contando estas vivencias que hacen recordar aquellos tiempos... aunque algunos (me incluyo) eramos unos enanos todavía.

13 de junio de 1992 - 4 de julio de 1992.

Al día siguiente, me levanto a las cuatro de la tarde, agarro la bicicleta y voy a la plaza del pueblo, a ver si había ambiente. Llego y están todas las chicas de ayer, Ana, Elena y Laura.

- Hola chicas, ¿al final que hicisteis ayer cuando me fui? – les pregunto.

- Pues volvimos a la Sala 13, Josito llegó al área de descanso al rato de qué te fueses. No les dio ganado a los de Portorrey. – respondió Ana.

- ¡Me cago en Dios! Pues no sería por coche, el GT Turbo contra el 11 gana por goleada, y si me apuras, al 205 también. – le respondí.

- Para de hablar de coches, siempre estás con los putos coches. – me respondió Laura.

Estuvimos hablando un poco hasta que llegó Toño y Miguel con el 309 del padre del último.

- Hemos oído que los de Portorrey van chafardeando de que nos pulen en los piques. – dice Toño y asienta con la cabeza Miguel.

- ¡Vamos hombre, no me jodas! A lo mejor esperariáis a que os chupasen los huevos. – les dice Laura.

- Josito tiene la máquina, pero claro, las manos, nanai. - dice Toño lamentándose, al mismo tiempo que pasa de Laura.

Todos se quedan callados.

Al rato, Toño y Miguel me dicen si voy a dar una vuelta con ellos, que tenían una sorpresa para mí. Montamos en el 309, las chicas se quedan. Se meten en una pista de tierra y aparcan al lado de una finca cerrada hace años, y que no se veía lo que había en el interior.

- Vas a flipar con lo que hay aquí, lo ha descubierto Miguel mientras venía a mear. – dice Toño.

Saltamos la verja, Miguel ya tiene hecho su caminito de venir otras veces. Vemos una pequeña cuadra y Toño la abre con sumo cuidado, levanta unas lonas y me quedo de piedra. Un Seat 124 preparado para competición, tirado en la cuadra, con pegatinas de los Rallyes de Orense desde el ’80 hasta el ’83. Modificaciones, unas cuántas, barras de competición artesanales, contra amortiguadores (hacían que el coche no derrapase), motor con cuatro carburadores, bloque 2.0 procedente de SEAT 131 Diplomatic, grupo corto, llantas BWA, neumáticos de tierra y un sin fin de pijadas.



El coche había sido de un vecino del pueblo, corría en carreras a principios de los ’80, pero se mató en el Opel Manta de un amigo haciendo el gilipollas, literalmente. Pensábamos que el 124 ya ni existiría, que sus padres lo venderían o lo mandarían al desguace, pero allí estaba, ya ni me acordaba ni de como era, a penas tenía recuerdos y eran vagos, muy vagos recuerdos.

Las especificaciones, las había deducido Miguel, por los papeles de homologación en la ficha técnica (lo poco que se pudo deducir, estaba totalmente comida por los ratones). También dedujo que el coche llevaba parado desde esa época, ‘83 – ’84, que fue cuando se mató el dueño y los padres se mudaron. Lo que teníamos claro es que ese coche estaba abandonado a su suerte y por un tiempo lo debíamos disfrutar nosotros.

Hicimos unas cuántas pruebas y no arrancaba. Fallaba la bomba de gasolina, el depósito seguramente estuviese podrido y el sistema de encendido, también estuviese en las últimas.

El lunes por la tarde fuimos al desguace con Josito y le contamos lo del 124. Conseguimos todo el material de un 124 1800, en perfectas condiciones. Pagamos 5.000 pesetas por todo.

Llegamos a la cuadra y lo montamos todo en dos días, después de calibrar el encendido muchas veces, el coche arrancó. El siguiente paso, montar gomas, suspensión en mejores condiciones de segunda mano y una puesta a punto mecánica. También lo puliríamos y adecentaríamos estéticamente. Hasta le pusimos una matrícula de Madrid, procedente de aquel 124 del desguace.

Dani_r19 escribió:Que grande!
Muchas gracias por compartir esto, ya sabes que lo estaba también siguiendo por el otro lado y te agradezco un montón que nos ofrezcas un post así! Ya tiene chincheta.
Pues nada, a seguir contando estas vivencias que hacen recordar aquellos tiempos... aunque algunos (me incluyo) eramos unos enanos todavía.

De nada. Así, por lo menos, lo promociono un poco.

Vaya historias!!
Merece la pena pasar el rato leyendolo, gracias por las vivencias.

4 de julio de 1992.

Habían pasado dos semanas desde que encontramos el 124, era sábado noche, quedamos en ir a la Sala 13 y yo llevaría el 124. Lo saco de la finca, perfectamente segada para sacarlo, y voy hasta la discoteca. Ésta vez, aparte de los colegas con sus hierros, estaban los de Portorrey y más quemados, con un Astra GSi 16v y Fiat Uno Turbo. Conocía los coches de verlos por la Sala 13, estaban impecables y por la pinta, llevaban una suspensión acojonante.





Llego y todo el mundo se queda mirando para el 124, estaba muy preparado y cantaba demasiado, también hay que decir que yo mismo, iba empaquetado de todo entre los arneses y las barras. Aparco junto a los colegas y las chicas se quedan asombradas al ver el 124.

- Pablo, ¿y esto? – pregunta Laura.

- Pregúntaselo a tu novio. – le respondo desde el coche.

Los de Portorrey se quedan mirando y los colegas les dicen a las chicas que se esperen aquí, que volvemos en un ratito, montamos todos y Elena se monta en el 124.

- ¿Qué coño haces? – le pregunto nervioso.

- Conduce y cállate. – me ordena.

Salimos picando rueda y los de Portorrey, junto con algunos quemados vienen detrás nuestra.

- Ponte el arnés, joder. - le digo a Elena

- ¿Y cómo se pone? - me pregunta.

- Joder, entonces, ¡agárrate fuerte!

Entramos en la nacional y adelanto a los colegas sin ningún miramiento, sin respetar la doble raya continua y les saco cada vez más distancia, a lo lejos consigo distinguir muchas luces más, unos seis coches más o menos. Pero no es oro todo lo que reluce, el 124 es trasera y nunca había conduje un trasera. El coche se me deslizaba de lado y tenía que ir soltando y corrigiendo la trayectoria poco a poco, debido a esto, cada vez, algunos coches que venían detrás, los veía más cerca.

Cada vez se acercan más, la posible competencia, dos coches, son los que más posibilidades tienen de alcanzarme. Pongo intermitente y tuerzo a la derecha, llegamos a una comarcal, rebajo a segunda y la exprimo, tercera y lo mismo, el tramo es perfecto, todo el tiempo curvas abiertas y soltando por si acaso. A la salida de cada curva abierta, la diferencia con los demás coches, es bestial. Nos acercamos a curvas demasiado cerradas, en las que reduzco con demasiada sangre fría, la suspensión pega botes al trazar la curva, pero por lo menos no derrapaba, salí exprimiendo segunda y entro de nuevo en carretera nacional. Pero trazo mal y se me cruza en plena carretera.

Un coche se consigue colocar detrás mía, era un Fiat Uno, suponía que era el Turbo y no supuse mal, al rato de ir pegado, pasamos directamente a ir a la par. Pasamos por delante de un Patrol de la Guardia Civil, instintivamente aceleré más y más. El Uno Turbo frena y se para en el arcén, yo sigo de frente, el Patrol arrancó y paró detrás suya, veía a los de Portorrey haciendo lo mismo, cruzar delante de ellos a toda pastilla y parando.

Me meto por una pista que nos lleva al pueblo, Elena está aún más nerviosa que yo, y mira que yo hasta temblaba. Llevo a Elena a su casa, voy hasta la finca y guardo el 124 en la cuadra. Me vuelvo a casa, mañana será otro día.

jajajaja que pasada tenia que estar bien el 124

Lo estaba leyendo en Fc! grande! jajaja

5 de julio de 1992.

Al día siguiente, me viene buscar a casa Miguel y me cuenta todo lo que pasó cuando me fui. Al parecer, el del Uno Turbo quería saber quién era el conductor del 124 y se puso a preguntar a todo el mundo en la Sala 13, se acabó enterando por los de Portorrey.

Fuimos a la cuadra dónde teníamos el 124, al rato llegaron Josito y Toño.

- Joooooooooooder, ¡ole tus cojones chaval! – me dice Toño soltando carcajadas.

- Definitivamente, estás barrenado Pablo, escapar de la Guardia Civil, ¿a quién se le ocurre? – me dice Josito.

- Bueno, por lo menos las chicas no lo saben, no se vaya a enterar todo el pueblo.

- Sí que lo saben, por lo menos Elena. – replico a Miguel.

- Me cago en la Virgen, ¿le contaste algo ceporro? – preguntó Miguel.

- No, joder, se montó en 124 antes de salir a la nacional. – respondí.

- ¿Y por qué cojones no la echaste?

- Joder tio, vosotros ya saliérais con los coches. – le respondo a Miguel.

A la noche, más relajados y como si no hubiese pasado nada, Toño, Miguel, Josito, las chicas y yo, fuimos al bar del pueblo. Mientras estábamos echando una partida al futbolín, un chico con melena larga, llega y nos empieza a hablar:

- Hola, vosotros sois los del AX y el 205 que están ahí fuera aparcados, ¿no? – dice el chico.

- Si, ¿qué quieres? - le responde Miguel mientras está atento a la partida.

- Pues bueno, ayer a la madrugada, en la Sala 13, andaba con vosotros un chavalín con un 124, ¿sabéis dónde lo puedo encontrar?

- Sí, es éste de aquí. – dice Laura mientras me señala.

- Me cago en Dios. Laura, eres tonta, definitivamente tonta. – le dice Toño.

- No pasa nada. – respondo.

El chico me pide que me siente con él en una mesa, me cuenta que es el dueño del Uno Turbo y que quiere conocerme. Le dejo mi sitio a Elena para jugar al futbolín y empiezo a hablar con el chico. Me comenta que me pase por una zona de quemados de Lugo y pregunte por “Casares”, su apellido, y ya me decían donde paraba él exactamente.

- Pues perdona, pero es que ni tengo carné. – le interrumpo.

- ¿No tienes? Por eso escapaste de la Guardia Civil ¿no? – me dice riéndose.

- Correcto.

- Bueno, si eso pásate o como tu quieras… ¡Nos vemos chaval!- me dice mientras se marcha.

A pesar de todo, no iba a ir, lo tenía claro, una y no más. Si me pillaban arruinaba a la familia y no estoy por joderle la vida a mis padres, ni mucho menos, a mí. A partir de esto, no tocamos mucho el 124, lo dejamos en la cuadra y algunas veces íbamos a andar con él, pero por las pistas de tierra. A los dos meses, el motor gripó por falta de lubricación, el bloque se debió rajar y pasó lo que pasó.

Buenos relatos!!!

Que grande el del Uno Turbo.
Más más más

joer que bueno!!! como molan estas historias!!! cuenta más jaja

Eso eso, más más de esta historia que me esta molando.
un saludo

xtm_sport escribió:Eso eso, más más de esta historia que me esta molando.
un saludo

Te dará recuerdos eh... cuantas veces de coger el coche sin carnet eh...

Dani_r19 escribió:

xtm_sport escribió:Eso eso, más más de esta historia que me esta molando.
un saludo

Te dará recuerdos eh... cuantas veces de coger el coche sin carnet eh...

Bufff ademas de verdad y las que me quedan ajajajaja eso de escapar con el coche del padre nunca lo hice pero con el de el novio de mi madre si que si jajaja

xtm_sport escribió:

Dani_r19 escribió:

xtm_sport escribió:Eso eso, más más de esta historia que me esta molando.
un saludo

Te dará recuerdos eh... cuantas veces de coger el coche sin carnet eh...

Bufff ademas de verdad y las que me quedan ajajajaja eso de escapar con el coche del padre nunca lo hice pero con el de el novio de mi madre si que si jajaja

más más, joer, grandisimo post

Enorme este post, me encantan este tipo de relatos, ya estoy enganchado jaja!
más, más, mass!!

10 de marzo de 1994 - 15 de marzo de 1994.

Había pasado mucho tiempo desde el rollo del 124, las piezas que le compramos, se las vendimos a los gitanos y con eso pusimos para una pequeña fiesta en casa de Miguel, pero eso ya fue hace un año. Acababa de cumplir los 18 años, estaba que no cagaba, quería sacarme el carné y comprarme mi pirmer coche. Siempre le estaba con el cuento del carné a mi madre, día si y dia también, pero bueno, la palabra la tenía mi padre. Un día, estaban hablando en la cocina del tema, mi padre cenando y mi madre intentando convencerlo:

- Pablo tiene que sacarse el carné de conducir, todos lo tienen y él no va a ser menos, además, ya sabes que el no quiere ser un estorbo para los amigos, pidiendo favores como que lo vayan buscar y todo eso. - dice mi madre.

- Bueno carallo, ¿tu quieres que tu hijo se mate?

- Mira, Pablo lo tiene que sacar, ¡sí o sí! Ya se ha pasado un año sin trabajar por tu tontería de no sacarle la licencia de la motoreta - le replica mi madre, ahí mi padre se calló y no le contestó.

Me marché a la habitación cagándome en Dios y en todos los santos, el padre que me inculcó todo lo que se de coches, gracias a revistas y a llevarme a competiciones de coches, ¿suelta esa tontería como excusa para no sacarme el carne? Es que tiene huevos tio.

Al cabo de unos dias, mi madre le volvió a recordar el tema y mi padre pasó de pleno. Me levanté del sofá en donde veía la tele, saqué la llave de repuesto del Orion de un cajoncito, agarré el Orion y lo arranqué. Fui a dar vueltas por el pueblo, un par de ellas, en 10 minutos vuelvo a casa y mi padre está esperándome en frente de casa.

- ¡Chavaaaal! - me grita mi padre.

- ¿Me he matado? - le contesto en tono sarcástico, mientras bajo el elevalunas eléctrico.

- Me cago en Dios, ¿tu estás loco? - me dice mientras viene hacia mi puerta y me saca del coche, agarrándome por la camiseta.

- Mira o saco el carné, ¡o te pillo prestado el Orion por la noche! - le digo en tono amenazante, y como si nunca se lo hubiese cogido.

Como arte de magia, mi padre me avisa por teléfono de que ya tenía plaza en la autoescuela, que al día siguiente empezaba. Dios, ¡estaba que no cagaba!

23 de mayo de 1994 - 25 de mayo de 1994.

Arranco el Orion de mi padre, pero ésta vez con carné y con mi padre al lado, vamos a comprar mi primer coche. Llegamos a Lugo, la capital, entramos en varios concesionarios a ver coches, no los nuevos, si no los que entregaban a la concesión, nos guiamos por los anuncios que tenía cada concesión en los periódicos y también por una revista de ocasión que compró mi padre el día anterior.

Habíamos ido a la gran mayoría de concesionarios y habíamos visto algunos coches que me gustaron. Un Golf GTi de segunda generación, un Kadett GSi y un 309 GTi, mi padre los rechazó todos al ver los precios, todos superaban el millón de pesetas. Ya sin ilusión, ya qué yo quería un coche que me gustase, no agarrar el primer hierro que viese, conduzco el Orion de mi padre hacia la concesión Ford para cambiar la correa de distribución.

Entro sin ilusión, ya qué había ojeado el periódico y no tenían ningún coche que me gustase, me siento en la sala de espera del taller. Mi padre me avisa, que vaya junto a él a ver una cosa. Lo qué había visto en ése momento fue uno de los momentos más recordados de mi vida, un Fiesta XR2 blanco, recién pintado con todos sus vinilos colocados perfectamente y las llantas recién reparadas y maqueadas (igual al de la foto, idéntico).



El comercial me toca en el hombro, como volviéndome a la realidad, me dice que lo arranque, tiene las llaves en el contacto. Lo arranco y escucho su sonido bronco, pero no excesivamente fuerte.

- ¿Te gusta chavalote? – dice el comercial.

- Si. – le respondo sin mirarle siquiera.

- ¿Cuánto cuesta, qué potencia tiene y cuántos kilómetros lleva recorridos? – le pregunta mi padre al comercial.

- Mire ésta hoja, indica todo lo que usted pregunta. – responde el comercial.

Mi padre se pone las gafas, y asienta con la cabeza. Era un XR2 del ’88, con 57.000 km, tenía 96 cv y estaba totalmente de serie, recién pintado respetando sus vinilos específicos y colocándos en su sitio, además de una profunda puesta a punto en la concesión. El precio, 750.000 pesetas, a lo que mi padre, regateando, consiguió que el comercial nos ampliase la garantía seis meses y no nos cobrase los materiales del cambio de correa de distribución del Orion, pero si la mano de obra.

Vuelvo al pueblo con mi padre, en el Orion recién reparado, dentro de dos días iríamos a recoger el Fiesta, ya que estaban haciendo la transferencia y mi padre tendría que ir al día siguiente a hacerle el seguro al coche.

Llego a la concesión con la póliza en mano, mi padre ya había pagado el coche el día anterior, sólo iba para qué me diesen las llaves e irme. Lo arranco y salgo del concesionario, había quedado con Miguel en un bar (el había bajado a la capital en un autobús de línea regular), dentro de la muralla de Lugo. Mientras salgo, apago la radio y escucho durante todo el trayecto hasta el bar, el sonido del coche, me encanta. Entro en el bar, Miguel está tomando un café, mientras lee el As.

- Bueno ¿qué? ¿Tienes el hierro ahí afuera? – me pregunta Miguel.

- Si, luego lo vamos a ver. – le respondo.

Salimos y vamos a por el coche, montamos y Miguel se impresiona de lo bien que está el coche.

- Pues suena de maravilla. – me dice Miguel.

- Si, la verdad es que llevo con la radio apagada desde que lo he recogido en la Ford, me encanta. – le respondo emocionado.

- No, joder, lo que digo, es que no suena a cascajo, como la mayoría de XR2 que hay por aquí.

- A ver si con esto le metes miedo al GT Turbo de Josito.

- Ni de palo, el GT Turbo es otro mundo. – le respondo humildemente.

Llegamos al pueblo, Josito y Toño estaban en el bar y paramos allí. Aparco el Fiesta al lado del GT Turbo y el AX.

- ¡Parece una postal de la Auto Hebdo! – grita Josito desde la puerta del bar, botellín en mano.

- Al final, no ha sido tan mala compra como pensabas. – le dice Miguel a Josito.

- ¿Y quién dice nada?

Entramos y pedimos algo, abstemio como siempre, pido una coca-cola. Salimos todos a ver el Fiesta, con nuestra consumición en la mano y fumando el pitillo, vamos, lo típico de los “ingenieros de bar”. Toño me pide que le de al accionador de apertura del capó, para que lo abra él.

- A ver, ¿cómo coño abre esto? – pitillo en la boca y intentando acertar de una pinza o algo.

- Joder, por atrás, es un Ford Fiesta tio. – lo dije como si lo supiera de toda la vida, pero me lo explicó un mecánico unas horas antes en la Ford.

- Pues el motor tiene buena pinta, no está nada babado el bloque y el agua está limpísima tio. – dice Miguel.

- Hombre, yo no compro cosas gripadas ni escaralladas. – haciendo alusión al Supercinco de Josito, que lo compró reparado, ya que había gripado el turbo.

- Ja-ja-ja, me parto. – dice Josito.

Que grande Miguel

Grandisimo! que mono de más.

1 de junio de 1994.

Después de estar una semana andando con el coche, no anduve poco, 6.000 km en total, empecé a pensar que le iba a hacer, vamos, prepararlo. Tenía ahorrado casi medio millón de pelas del dinero que me daba la familia desde la comunión en una cuenta a mi nombre, ahora que era mayor de edad, ya podría sacarlo.

Llamé a Miguel y quedamos al día siguiente para recorrer toda la provincia yendo de desguaces. Empezamos a las nueve de la mañana en el Herbón de Lugo:

- Buenas, ¿tienes algo interesante para un Fiesta de aquella carrocería? – le pregunta Miguel al dependiente apuntando hacia mi Fiesta.

- ¡Buuuuuf! Espera… ¡¡¡Manolo!!! – el dependiente llama a otro empleado.

- ¡¡¡¿Qué pasa?!!!

- ¡¡¡Baja!!!

Manolo, el empleado, era un tipo bajito, pero con fuerza, mucha fuerza, ya que bajaba las escaleras agarrando una caja de cambios.

- A ver, ¡qué cona pasa! – dice mientras suelta la caja en el suelo.

- Éstos, que quieren algo gordo para un Fiesta XR2 de carburador.

Sale del mostrador y nos dice que vayamos a mirar el Fiesta, a ver que le puede hacer falta. Mira los frenos, la suspensión y el escape:

- Está todo nuevo, no se que cojones quieres cambiar. – dice el empleado agachado mirando la suspensión.

- Pues coño, frenos más grandes y cosas así. – le respondo.

- Mira, allí tenemos un Escort RS Turbo siniestro, en el maletero hay un kit de frenos nuevo y del siniestro aprovechas las pinzas y lo que veas, pero ahora estoy ocupado. ¡Aaaah! Ése coche lleva diferencial autoblocante.

- ¿Y eso que es? – pregunta Miguel.

- Eso está dentro de la caja de cambios, hace que el coche vaya mejor, mucho mejor, por tramo. - le responde mientras se va.

Buscamos el Escort y lo acabamos encontrando, el coche tenía un precinto de la policía y parte del interior revuelto, también había sangre en el salpicadero.



- Esto es producto de la “drojaaaaaa”. – dice Miguel (efectivamente, más tarde hablando con Manolo, el empleado, nos contó que el coche había venido del depósito de la policía).

- Bueno, manos a la obra. – le digo a Miguel.

Empezamos a desmontar, y llamamos a algún empleado para desmontar lo más gordo, pagamos en caja y lo metemos en el Fiesta. Yo ya había traído sacos para meter las piezas, así que no me preocupaba, tumbamos los asientos para ampliar el espacio de carga y nos fuimos. En el camino:

- Me cago en dios, cien mil pelas, así de golpe. – le digo a Miguel.

- Eso no es nada, cuando empieces a andar en serio, a picarte con todo bicho viviente y todo lo que hago yo, a parte de gasolina y mantenimientos, vas a pagar multas, y conociéndote, muchas. – me dice Miguel riéndose.

Vamos al taller de Miguel, un taller de barrio, pero tenía muy buena fama, era de los mejores talleres de Lugo, ponían a punto los carburadores y las inyecciones mecánicas mejor que nadie. Además, para darles otro punto a favor, las concesiones mandaban algunos coches que no daban reparado del todo, para que los acabasen.

Aparcamos al lado y viene el hijo del jefe:

- ¡Coño! Mandaste el 205 al desguace, ¿a que sí? – le dice a Miguel.

- No, venimos a que se monte todo esto en el Fiesta, es colega mío, así que aún por encima que te traigo clientes, deja que lo haga tu padre, ¡qué por lo menos controla! – le responde riéndose al final.

- ¿Los asientos y el volante también? – pregunta el mecánico.

- No, joder. Sólo la parte mecánica. - le respondo yo pensando en el dinero.

Eran las doce de la mañana cuando dejamos el coche en el taller, en teoría mañana a la tarde lo tenía todo perfectamente montado y listo para salir. Quedamos a comer un bocata de calamares cada uno en la capital, y llamamos a Josito por la tarde para que se acercase hasta Lugo a buscarnos.

- Tu gasta, tu gasta, que luego no tienes ni para tabaco. – me dice Josito al acabar de contarle lo que hicimos por la mañana.

- ¡Anda Josito, no toques los cojones! Por cierto, hay que acercarse al Miami (pista de karts cubierta donde paran muchos quemados de la zona, con bar) a tomar algo y así de paso, Pablo muestra su máquina al personal. – le replica Miguel.

- Aún se lo van a robar. – dice Josito riéndose.

De repente, suena en la radio una canción que le gusta mucho a Miguel, sube el volumen de la radio y la conversación se acabó. Tiramos hacia el pueblo y nos encontramos a Toño en el bar. Toño llevaba un año trabajando de peón en el pueblo, no tenía tiempo para nada. Del trabajo al bar, del bar a casa y de casa al trabajo y así siempre.

- Dichosos sean los ojos que le ven, Excmo. Sr. Toñito. – le dice Josito de broma.

- Bueno, a ver, ¿el sábado te acercas al Miami? – le pregunta Miguel

- Bueno carallo, ¿y el plan consiste en? – pregunta Toño, botellín en mano.

- Vamos con los coches, ya sabes, como siempre. – responde Josito.

- ¡Buuuuf, olvídame! Paso tios, que luego me ficha la Guardia Civil y aún no he pasado la primera revisión del AX, que la tenía que pasar en Enero. Y aún por encima, ese día ya lo tenía planeado, debo ayudar a mis padres a sulfatar las cepas.

Después de todo, solo iríamos Miguel y Josito en el 205 y yo en el Fiesta, Josito se acobardó al oír hablar de Guardia Civil.

bufff que historia tio, cuenta más cuenta más que me esta molando la de dios tio jajaj

bufffff estoy viciandome a la historia ehh jajaja estos foritos son lo mejor!!!cuentaa más

este es el post del vicio, creo que nos estamos todos viciando